La oscura verdad detrás de las festividades dicembrinas
Hola brujes y magues,
Estamos en épocas de festividades, un tiempo de luces, banquetes y celebraciones. Sin embargo, estas tradiciones no nacieron en la modernidad, sino que son ecos de rituales ancestrales adaptados y reimaginados con el tiempo bajo la influencia de religiones dominantes. Tanto hoy como en el pasado, estas festividades han estado superficialmente asociadas con alegría y unidad, pero en su trasfondo hay sombras inquietantes que los invito a recorrer conmigo.
En el hemisferio norte, diciembre es el mes más oscuro del año, marcado por el solsticio de invierno. Antes, mantenerse caliente durante esta época era un desafío inmenso, y para las personas menos adineradas, sobrevivir requería enormes esfuerzos. Recordemos que en aquel entonces no existía la electricidad, y la oscuridad no solo era agobiante, sino que también se asociaba con el dominio de los espíritus y fuerzas oscuras que, según creían, deambulaban por las calles. Este período inspiró muchas prácticas que, aunque buscaban invocar la luz y la esperanza, estaban teñidas por la crudeza de la supervivencia, los sacrificios y el control social.
Una de estas celebraciones es Saturnalia, una festividad romana que, detrás de su apariencia festiva, revela un lado mucho menos luminoso.
Saturnalia: Entre la libertad y la manipulación
Saturnalia, celebrada originalmente el 17 de diciembre y extendida durante varios días, era la fiesta en honor a Saturno, el dios romano de la agricultura. Sí, el mismo Saturno que, según la mitología, devoraba a sus hijos. Con el fin de las cosechas y la llegada de los días más cortos, los romanos buscaban reconciliarse con las fuerzas de la naturaleza. Pero lo que comenzó como un ritual de agradecimiento pronto se convirtió en una explosión de caos controlado.
La ilusión de la igualdad
Uno de los aspectos más conocidos de Saturnalia era la inversión de roles: los esclavos tomaban el lugar de los amos y, por un breve instante, podían disfrutar de comida y descanso como iguales. Sin embargo, esta aparente liberación no era más que una ilusión.
Lejos de representar un cambio real en las jerarquías sociales, este acto temporal reforzaba el sistema de poder. Los amos ofrecían a sus esclavos un respiro simbólico, pero todos sabían que, al final de las festividades, todo volvería a la normalidad. Este “juego de igualdad” no era más que una estrategia para mantener la estabilidad del sistema y evitar rebeliones.
El caos como herramienta de control
Durante Saturnalia, Roma se sumergía en un ambiente de desenfreno: se suspendían las normas, los juegos de azar eran permitidos y el alcohol fluía libremente. Aunque esto suena como una época de libertad, en realidad era un acto calculado.
Las élites romanas alentaban este caos para distraer a las masas de las desigualdades sociales. Al darles unos días de desenfreno, garantizaban que, una vez terminadas las festividades, la población regresara a su rutina, más complaciente y menos propensa a cuestionar el orden establecido.
La sombra de los excesos
Si bien Saturnalia era un tiempo de indulgencia, los costos no eran iguales para todos. Mientras los ciudadanos libres disfrutaban de banquetes y fiestas, los esclavos y trabajadores seguían llevando la carga del trabajo. Incluso con las promesas de descanso, muchos seguían cocinando y asegurándose de que los banquetes de sus amos fueran perfectos.
Además, los sectores más pobres frecuentemente se endeudaban para participar en las festividades. En un sistema que ya los oprimía, Saturnalia añadía presión para mantener las apariencias, creando una trampa económica que perpetuaba las desigualdades. Y si miramos bien, esto no ha cambiado tanto. Hoy en día, las personas se sienten impulsadas a gastar más de lo que pueden, a comprar el “estrén” (nueva ropa), a adquirir regalos costosos para sus familias y a aparentar algo que no son. Este sistema nos empuja a cumplir con estas expectativas, perpetuando un ciclo de esclavitud a estructuras impuestas.
Saturno: Un dios ambiguo
El dios Saturno, aunque asociado con la abundancia y la agricultura, también era una figura temida. Según la mitología, Saturno devoraba a sus hijos para evitar ser destronado, un acto que simbolizaba el ciclo implacable del tiempo y los sacrificios necesarios para mantener el orden cósmico, algo que refleja la esencia de estas celebraciones, el control.
Este dualismo refleja la esencia de Saturnalia: una celebración de vida y luz, pero profundamente anclada en el temor y la necesidad de apaciguar fuerzas incontrolables.
¿Qué nos dice Saturnalia hoy?
Saturnalia fue mucho más que una simple fiesta. Era un ritual cargado de simbolismo que exponía las contradicciones de su sociedad: la búsqueda de libertad en un sistema que la negaba, la celebración de la abundancia en un mundo lleno de desigualdades y la necesidad de caos para reforzar el control.
Aunque los tiempos han cambiado, estas dinámicas no nos son ajenas. Las festividades modernas, con sus luces y regalos, también esconden ecos de control, desigualdad y tradiciones heredadas sin cuestionarlas.
Por eso, les invito a reflexionar sobre qué parte de las tradiciones realmente queremos traer a nuestra práctica hoy en día. Es importante reconocer que muchas de las cosas que creemos necesitar no son esenciales. Podemos rescatar lo más hermoso y luminoso de esta época: compartir con seres queridos, celebrar sin pretensiones y disfrutar sin caer en excesos.
¿Qué prácticas podemos hacer durante estas fechas, especialmente en torno al solsticio de invierno? En el próximo correo les compartiré rituales y consejos para invocar la luz divina en sus vidas.
Si este artículo te hizo reflexionar, compártelo con quienes amas. Ayudemos a que más personas descubran la verdad detrás de las festividades y elijan celebrar desde la conciencia y la autenticidad.